Cuando escuchamos la promesa de que vamos a poder vivir en las nubes no tenemos que confundirnos y asociar esto a alguna nueva promo de alguna línea aérea lowcost. Esta promesa viene de la mano de varios productores de software y contenido informático que pelean por un importante nicho del mercado de productos gratuitos en esta nueva economía desmonetizada. Todo explotó cuando la semana pasada Microsoft confirmó que su paquete office 2010 también tendrá una versión simplificada y gratuita en la web.
Qué significa trabajar en La Nube?
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Hoy es posible trabajar con un mismo documento desde una ubicación para luego modificarlo desde otra. Algo así como lo que sucede cuando redactamos mails en los servicios de web mail como Gmail o Hotmail, y después lo modificamos desde una ubicación distinta antes de mandarlos. Ese concepto de almacenamiento virtual es el que sirve de base al Cloud Computing. Además, el office online permite a varios usuarios trabajar en un mismo documento a la vez, y todos pueden seguir el progreso de los demás en tiempo real.
Hoy todavía el 81% de las empresas utilizan la plataforma office, mientras que un 4% utilizan las Google Apps. Pero esos porcentajes podrían tender a modificarse en un futuro no muy lejano. De todas formas, y pese al avance de Google en este campo, Microsoft parece haber entendido la importancia de desmonetizar sus productos, o al menos una versión de ellos, para no perder mercado. El desafío del gigante informático es no hacer nunca su versión gratuita más atractiva que la paga, ya que ésta representa más del 50% de sus ganancias operativas. O quizás descubra una veta mucho más lucrativa ofreciendo a futuro de forma gratuita su suite y obteniendo altos ingresos con la venta de datos. Habrá que esperar.
Todo muy lindo, pero dónde se pone toda esa información?
Toda esos datos no quedan volando por el aire señora, no. Una de las mayores dificultades en el desarrollo de estas tecnologías es la alta inversión necesaria para generar centrales de almacenamiento de datos.
En el caso de Google, sabemos que posee edificios del tamaño de grandes fábricas repletas de computadoras y discos rígidos conectados en red (uno de los más inmensos ubicado en Portland, Oregon). Pero además tiene otro medio millón de servidores, distribuidos en 36 edificios de estas características alrededor del mundo, pero sobre todo en aquellos lugares donde la electricidad es más barata, como en el Pacífico Noroeste. Lo mismo sucede con otros gigantes como Yahoo!, Microsoft o Amazon, pero a menor escala. Y el límite más fuerte al crecimiento de este fenómeno hoy es el recurso escaso más necesario, la electricidad. De ahí que Google, entre otros, destina grandes sumas de dinero a la investigación y desarrollo de nuevas formas de energía. ¿Compromiso social y medioambiental o búsqueda de abaratar costos? Jelinek diría “lo dejo a su criterio”. Yo también.
Ese temita de la seguridad
Pero la pregunta clave es: ¿Está la tecnología cloud poniéndonos a nosotros y a nuestra información en peligro?
Una de las preocupaciones de la transición de la tecnología actual a la nube es la proliferación de métodos inseguros al tratar con passwords y distintos tipos de hackers. Y es que toda cuenta de todo usuario es sólo tan segura como el password que le concede acceso a ella.
Como señala Luis Barrueto en su blog sobre segurdad informática, un ejemplo reciente de las consecuencias de utilizar contraseñas inseguras fue evidente hace poco tiempo en el caso Twittergate. Este fue un evento en el que un hacker obtuvo numerosos documentos corporativos pertenecientes al popular servicio de microblogging Twitter, publicados por el sitio de noticias y tecnología TechCrunch.
Estos documentos estaban alojados en Google Docs y a pesar de que Google no puede aceptar la responsabilidad por la fuga de información, los archivos no hubieran sido robados en primer lugar si hubieran estado seguramente albergados detrás de un firewall, algo así como siguiendo el modelo de la vieja escuela. En lugar de eso, la información clave de la compañía estaba a un paso de ser descubierta, “a un password descifrado de distancia”.
La diferencia entre una red corporativa y una cuenta en línea es que en un ecosistema de negocios, los administradores pueden crear políticas para la creación de contraseñas que los obliguen a mantener ciertos niveles de complejidad y pueden obligarlos a crear nuevas contraseñas periódicamente. No obstante, en la nube, tenemos la libertad de establecer lo que sea como contraseña y no volver a cambiarlos nunca más.
¿Y entonces?
A modo de cierre a este post podemos dar un veredicto sobre lo que se viene. Pero debemos encararlo desde dos puntos de vista: el consumidor y los proveedores.
Con respecto a lo que sentimos nosotros, los consumidores, con respecto a la nube, creo que los proveedores de servicios deberán lidiar con dos desafíos: La libertad de los usuarios y La seguridad. En cuanto a la libertad, el condicionante mayor está dado porque la nube es ofrecida por ciertos proveedores, y las aplicaciones a utilizar, al menos hoy, resultan limitadas. También lo es el acceso físico a los datos. Más allá de que yo pueda bajar una copia de seguridad a mi Pen drive, en última instancia la responsabilidad del almacenamiento de datos y el control de los mismos queda en manos del proveedor. Y la alarma se enciende a la hora de verificar las características de privacidad que brinda el servicio al ser delegado a un tercero como son los proveedores.
Ahora, si encaramos el análisis desde el punto de vista de los proveedores, descubrimos dónde podría estar el negocio. Como ya hablamos en el post anterior respecto a lo gratis y el negocio detrás, estimo que hay dos posibles vetas. Por un lado, la venta de espacios publicitarios (y espero, no de información, o al menos no de la que está contenida en los documentos), y por el otro la venta de productos freemium. Recordemos que esto hace referencia a aquellos productos que se ofrecen gratuitamente, pero sus versiones completas o mejoradas son de pago. Así un solo usuario que accede a la versión de pago de un software, financia a otros 19 que lo usan gratis. Todo esto, recordando que los servicios en internet representan un costo casi cero para los proveedores. Y qué pueden ofrecer a cambio del pago? Dos cosas: más aplicaciones y sistemas propietarios, bloqueados, seguros, que les costarán más y más conforme pase el tiempo. Casualmente, estas dos cosas resuelven los dos desafíos planteados desde la perspectiva del consumidor. Ven como ellos sí ven más alla?
El veredicto: adaptaos al cambio. Es casi imposible remar contra la corriente. Como murió el cd, la enciclopedia Encarta, luego murió Blockbuster, también creo morirá el office pago tradicional. Relájate y goza de la nube gratuita mientras tanto.
Hasta el próximo post
Victor Chirillo
Buppa comunicación
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